Cuando se mudó a la ciudad de Nueva York en 1999 Yogui Ariza Bravo podría haber dejado una parte fundamental de su identidad para siempre. Detrás de un mostrador, rodeada de figurillas de cerámica modeladas a partir de artefactos mesoamericanos de la época prehispánica, ella recuerda el día que dejó su México natal. Si no fuera por el ajetreo, gritos, el ruidoso tráfico de la calle a las afueras del local en el sur del Bronx, podría uno haber pensado que estaba en un museo de antropología.
La práctica artesanal, la cual ella demuestra muy orgullosamente, volvería a su vida después de estar viviendo en Estados Unidos 17 años. Los recuerdos de su infancia de haber crecido rodeada de manualidades cerámicas que su familia elaboraba le regresarían en el 2016, al escuchar a su alrededor a otras personas compartir sobre sus costumbres y como las retomaron en Nueva York. “‘Es que estoy rescatando mi bordado’, ‘Ah, es que yo estoy rescatando esto''', cuando apenas comenzaba a participar en los eventos de la organización Red de Pueblos Transnacionales ella escuchaba todo esto.
Las personas de las comunidades indígenas y pueblos originarios de México han encontrado formas de revivir sus prácticas y costumbres en su hogar adoptivo en la ciudad de Nueva York. Esto, a pesar de haber dejado sus comunidades de origen y con ellas sus tradiciones que se han inculcado de generación a generación milenariamente. Algunas de ellas pensaron que lo estaban dejando todo atrás cuando migraron de sus hogares. Sin embargo, poco a poco, al transcurso de los años las personas comenzaron a encontrarse, a crear espacios y una red donde las tradiciones no solo son compartidas, sino que se llevan a cabo y prosperan.
Las tradiciones y costumbres de los pueblos originarios dependen de que estas sean inculcadas de generación en generación. Para las comunidades que residen en el área metropolitana de Nueva York este ciclo fue interrumpido cuando tuvieron que mudarse de sus poblados y alejarse de sus familias. Para que esta transmisión ancestral continúe las personas tratan todo el año de replicar fiestas y rituales adaptándose a los espacios urbanos de la ciudad creando todo un mecanismo de intercambio cultural transnacional.
Para Ariza Bravo el proceso de rescatar sus conocimientos y los de su familia no ha sido sencillo. Ella ha buscado la manera de adaptar la elaboración del barro que su familia y muchas otras de su comunidad utilizaron para sustentarse en México. Tenía siete años cuando comenzó a trabajar elaborando barro y recuerda cómo su papá a sus 62 años le enseñó, “me dijo, ‘ven, vas a aprender a hacer esta artesanía’ y empecé con los moldes chiquitos de las mascaritas y ahí es donde yo personalmente inicio con este tipo de artesanía”. Compartir estas experiencias es lo que se le ha facilitado un poco siendo parte de una comunidad de personas donde estos conocimientos son reconocidos por su valor cultural.
La Red de Pueblos Transnacionales (la Red) se identifica como una organización que lucha por la inclusión y acceso a derechos para indígenas migrantes que viven en la zona metropolitana de Nueva York. Aunque la organización no brinda servicios directos, sirve como plataforma donde se organizan una extensiva red de personas y donde se lanzan iniciativas comunitarias lideradas por los mismos participantes.
“Tiene una forma de organización muy autónoma y en realidad la Red solo sirve como ese espacio común. Esa mesa donde todos se sientan a compartir algo” dijo Marco Castillo, cofundador de la Red, y antropólogo social, que creció dentro de los estados de Puebla y Tlaxcala, México. Él trabaja para abogar por los derechos e inclusión de los pueblos originarios a causa de sus experiencias formativas, “crecí entre dos mundos, tengo el universo indígena por el lado de mi padre y tengo el universo más mestizo por el lado de mi madre”.
En muchos sentidos, la ciudad de Nueva York es un lugar ideal para el trabajo cultural de las personas que forman parte de la Red y los que buscan conectarse con personas que tengan sus mismos intereses culturales indígenas.
El número de mexicanos viviendo en el área metropolitana de Nueva York ha crecido significativamente en las últimas décadas. En el 2000 había 225 mil habitantes, para el 2010 se duplicaron a 522 mil. En el último estudio comunitario (ACS) del 2021 se documentaron aproximadamente 575 mil personas.
La mayoría de los migrantes indígenas provienen de diversas comunidades geográficas de los estados de Puebla, Guerrero, Oaxaca, y Tlaxcala en México. También se les unen personas de países como Guatemala y otras de la región mesoamericana. Las personas que participan en la Red representan más de 10 lenguas indígenas, las más comunes siendo náhuatl, y el mixteco. En estas comunidades una de las mayores presiones es la económica. Si la gente no quiere vivir una vida de pobreza, la única opción es migrar.
Pero, es difícil dividir las cifras de las personas identificadas como mexicanos radicando en el área de Nueva York y Estados Unidos para saber cuántas personas son de origen indígena. La historia que ha tenido México con el mestizaje y los métodos que se usan para estudiar la población migrante contribuyen a esta dificultad. “Los indígenas mexicanos a menudo son excluidos en la investigación sobre la migración mexicana, ya que gran parte de la literatura tiende a tratar a los grupos de origen nacional como étnicamente homogéneos”, explica Leslie Martino-Vélez, PhD, profesor en City University of New York, en su disertación doctoral.
Las comunidades indígenas siempre han tratado de sobrevivir la demolición de sus identidades, ya sea en su país de origen o en su hogar adoptivo. Además, siempre están cargando el estigma de ser indígena por las connotaciones negativas asociadas a la identidad, Castillo explica.
“Ellos vienen huyendo de esta realidad desde sus comunidades de origen y cruzando la frontera llegan a los Estado Unidos y lo enfrentan nuevamente ahora siendo llamados latinos y porque los intentan meter a un mismo costal”.
“Nuestra gente tiene vergüenza de decir que son indígenas”, afirma Josefina Prudente Castañeda, intérprete indígena, mixteca, originaria de Guerrero, México. Ella dice que muchas personas por el peso que tiene esta etiqueta, y la discriminación que han sufrido en Estados Unidos y en México muchas personas quisieran dejarla atrás, lo que hace difícil el trabajo de inculcar tradiciones a nuevas generaciones para que sobrevivan. Pero añade que para poder seguir adelante con la tarea de inculcar las prácticas de sus pueblos ellos tienen que pasar por un proceso de reconocimiento personal, “una de las primeras partes que uno tiene que reconocer, quien uno es. La identidad que uno tiene”.
La manera de organizar eventos y talleres culturales por toda la ciudad de Nueva York que preservan el patrimonio cultural de los pueblos originarios surge de las costumbres que ya traían consigo. El eje donde la maquinaria cultural circula son los eventos del otoño, el Día de Muertos y NewYorkTlan es donde lo mejor de todos los pueblos originarios se confluye para una demostración donde este tipo de programa se usa para atraer a las comunidades. Dice Castillo “la gente se organiza en sus propias formas. Utiliza la fiesta como una manera de organización. La comida como forma de organización y el baile como forma de organización comunitaria”.
Estas celebraciones son la culminación de meses de planeo donde se demuestran tradiciones propias de pueblos originarios. Esto ayuda a que las personas que participan en los eventos puedan venir directamente de México para participar en las presentaciones culturales usando visas temporales y a la vez ver a familiares que no habían visto por mucho tiempo.
Después de unas dos horas de retraso el autobús que transportaba a las familias desde el aeropuerto JFK finalmente llegó a la biblioteca pública en Corona, Queens. Tan pronto abrieron las puertas del camión, Don Esteban Estévez, organizador y miembro de la mesa directiva de la Red, subió rápidamente y les dio la bienvenida “¿cómo se sienten?”. Algunos llevaban casi 20 horas de camino desde sus pueblos natales en México. El cansancio se les notaba, pero también una mezcla de felicidad y ansiedad porque iban a ver a familiares que algunos tenían más de 10, 15, a 20 años sin ver.
“Gusto de ver a nuestras familias aquí en Nueva York porque no es tierra cercana. Es muy lejana y gracias a dios estamos aquí”, respondió Doña Elvira Castañeda Ávila, a la pregunta de Estévez. Ella se reuniría con su hija Prudente Castañeda, después de más de 15 años sin verla. Ellas pertenecen a una comunidad Ñuu Savi (que significa gente de la lluvia) con sus orígenes en el municipio de Tlapa, Guerrero, México.
El chofer del autobús, desesperado, les dijo que tenía que marcharse y no dejo que las personas esperaran dentro del vehículo a que los preparativos estuvieran listos dentro de la biblioteca.
En el auditorio estaban familiares y amigos llenos de ansiedad, algunos sentados platicando entre ellos y otros parados acomodando comida que habían traído para compartir. A la vez, las personas del autobús fueron llevadas por una puerta trasera al escenario una vez más a esperar. Ahí solo el telón los separaba de ver a sus seres queridos y la emoción comenzaba a sentirse realmente.
El evento pasó de lo ceremonial a festivo. Comenzó con una introducción breve por Castillo, que una por una llamó a las personas a que salieran de atrás del auditorio a encontrarse con su familiar quien había venido a recibirle. Momentos realmente conmovedores llenos de flores, lágrimas de felicidad, y abrazos seguirán.
Hijas, hijos, hermanos, nietos, primos, y amigos vinieron del área metropolitana a encontrarse con sus seres queridos. Algunos venían directamente desde su trabajo y otros mandaron a personas en su lugar porque el patrón no los dejó salir. Todos trajeron algo para compartir: mole, tortas de milanesa de res, flautas, taquitos dorados, cemitas, arroz y frijoles, pollos rostizados, y mucho más.
“Yo traigo mi cultura y mi costumbre de mi comunidad” tradujo ella misma parte de las palabras que compartió Castañeda Ávila en mixteco, antes de que todos comenzaran a comer. Ella estaba muy agradecida por haber tenido la oportunidad de venir a compartir sus conocimientos y estar ahí con personas de diferentes poblados y diversas costumbres. “lo que uno no sabe, vamos a aprender de los otros”, estaba ahí para aprender y compartir las tradiciones y cultura especialmente alrededor del día de muertos ya acompañada de su hija.
Estaba ahí para aprender, y compartir las tradiciones y cultura especialmente alrededor del día de muertos ya acompañada de su hija.
A eso de las cinco de la tarde todo concluyó. Poco a poco se fueron yendo una por una las familias recién reunificadas. Hermanos y hermanas, mamás, papás y muchos nietos que fueron conocidos por primera vez se fueron juntos, absorbidos por las multitudes de la gran metrópolis.
Las personas que llegaron de México ese día vinieron de poblaciones indígenas distintas que están en los estados de Guerrero y Puebla, entre otros. Esto fue posible con la ayuda del gobierno de Puebla en colaboración con varias organizaciones en Estados Unidos y México, para coordinar el transporte y trámites burocráticos necesarios. Estas entidades coordinarán todo para que las personas viajen con visas temporales B1 y B2 qué se usan usualmente para poder hacer viajes comerciales y de negocios, y turísticos.
Con éxito, este año se realizaron 28 reunificaciones familiares. En los últimos años se habían dificultado mucho los trámites de manera que en una instancia les rechazaron todas las peticiones especialmente con los agobios de la pandemia. Este año había razones para celebrar.
Después de una breve recarga las personas recién llegadas con la misión de compartir sus tradiciones estarían listas para compartir sus enseñanzas, bailes, lenguas, y música, por medio de eventos como NewYorkTlan, el día de muertos, y talleres. Vinieron a nutrir las raíces culturales que se han estado regando por toda esta región.
Un sábado de otoño decenas de personas descenderán al estacionamiento de la iglesia del First Baptist Church en East Elmhurst, en Queens. El día explotaba con energía frenética porque gente acomodaba cosas por todas partes; tiras de papel picado colorido; danzantes terminaban de acomodar sus vestiduras; el sonido estaba siendo instalado en una tarima clandestina; los vendedores por todos los alrededores del caos acomodan sus productos mientras se pasaban los olores de comida de los puestos que ya estaban muy ocupados con clientes hambrientos.
Este evento es uno de los más importantes del año para muchas de las comunidades que provienen de pueblos originarios y comunidades migrantes indígenas. NewYorkTlan, la fiesta de los pueblos lleva celebrándose desde el 2014 y cada año reúne a cientos de personas para compartir sus tradiciones, cultura y celebrar en comunidad. Anualmente se organiza en uno de los cinco distritos de la ciudad de Nueva York.
“Es una fiesta que refleja lo mejor de todos los pueblos. Que promueve la colaboración entre todos los pueblos reconociendo sus diferencias”, dijo Castillo. Es uno de los pocos proyectos donde en realidad hay una cooperación entre los pueblos originarios y todo es auspiciado por los participantes. “Es donde suceden cosas muy chingonas”.
Al centro del estacionamiento el evento abrió con un ritual de bendición a cargo de una danza prehispánica. El olor del copal y los tambores que retumbaban por todo el cuerpo de los presentes eran señales de que estaban en la presencia de algo sagrado. Al terminar, todo el público fue dirigido hacia la entrada del lugar. Se formaron en línea, la música comenzó, y la procesión que siguió sería la primera demostración cultural del maratón que sería el día.
La importancia de NewYorkTlan se refleja en la oportunidad que ofrece para probar y conocer un poco sobre las costumbres de los pueblos originarios y de las diversas costumbres de las comunidades indígenas mesoamericanas: rituales, presentaciones musicales, variedad de danzas, textiles, artesanías, y poesía y cuentos en varias lenguas indígenas.
Asimismo, el nombre NewYorkTlan representa el mestizaje. La mezcla de dos culturas, la indígena y estadounidense. Tlan como terminación de palabra significa lugar. Castillo dijo, “en México muchas comunidades y pueblos terminan en ‘tlan’ desde el mítico Aztlán que fue el lugar donde supuestamente los Aztecas pensaban llegar un día. Hasta lugares vivos el día de hoy”.
Este evento es la culminación de todo un año de organización y una de las razones por las que suceden las reunificaciones familiares. Donde Ariza Bravo junto a sus hijos ofrecen sus artesanías; textiles de partes remotas de México se dan a conocer; dónde libros con cuentos de los pueblos se vienen a compartir; donde los pueblos vienen a reforzar sus conexiones.
Ya para el atardecer, una tropa de Chinelos cerraría el evento. Una vez más todo el público fue invitado a participar con los danzantes. Al final del día todo saldría sin ningún inconveniente y la gente se iría con más conocimientos de estas comunidades.
Unos llegaban con comida, otros salían con adornos, el ámbito era de festividad en La Casa de los Pueblos. Afuera, personas decoraban un altar móvil en un remolque rentado de Uhaul para la procesión que sucedería más tarde. Tan pronto llegaba alguien, eran recibidos con una taza caliente de champurrado y taquitos dorados.
Este local en el sur del Bronx es el corazón de las actividades organizadas por la gente que pertenece a la Red. Las paredes están cubiertas por murales coloridos de paisajes y carteles que se han colectado de las actividades al pasar más de dos décadas del trabajo de Estévez y otros miembros de la Red. Un espacio acogedor donde Huarache, el gato del pueblo, te da una cordial bienvenida, y donde hoy se preparaban las actividades correspondientes al Día de Muertos.
Los mexicanos en general celebran el Día de Muertos como una de las celebraciones más importantes del año, una serie de días sagrados que comienzan a fines de octubre y culminan el 1 y 2 de noviembre. Para las personas de comunidades indígenas estas fechas todavía tienen más importancia ya que tienen tradiciones con raíces milenarias y que arduamente siguen practicando. Este, así como NewYorkTlan, es uno de los eventos claves que ofrecen una oportunidad para compartir costumbres con las comunidades.
Las formalidades comenzaron con una breve presentación sobre lo que es el Día de Muertos, liderada por Prudente Castañeda, ante un salón repleto de personas de todas las edades. Explico “ustedes reciben a las almas de sus seres queridos el 28 de octubre al amanecer. Se cree que cuando sus almas están de visita están cansadas, sedientas y hambrientas por el viaje”. Dijo en español y agregó, “ustedes les dan la bienvenida con incienso de copal, velas, flores, comida y agua… Estos son los elementos básicos de una ofrenda”.
La construcción del altar es parte de los rituales y se lleva a cabo en familia. Después de la presentación Prudente Castañeda acompañó a su mamá con el ritual para dar la bienvenida a los difuntos en mixteco. Es la primera vez en más de 15 años que hacían el ritual juntas, y la razón por la que Castañeda Ávila había viajado a los Estados Unidos desde Guerrero, México.
Ariza Bravo recuerda una charla que tuvo con un señor que estuvo ahí porque quería inculcarle la importancia del día a sus hijos, recuenta “‘Vine porque también me interesa eso de las costumbres porque el día que yo me muera mis hijos ni una agua me van a poner, ni un café, ni nada. Me voy a morir y no va a haber nada, me voy a quedar con hambre’”.
Ella también ha hecho el esfuerzo de pasarle a sus hijos las tradiciones con las que ella creció incluyendo lo significativo del Día de Muertos. En las fechas del Dia de Muertos como parte de un intercambio cultural con el estado de Puebla, México, ella envió a su hijo Jonathan Luna Ariza a que visitara el pueblo de donde ella es para que tuviera la experiencia de un Dia de Muertos como sus papás lo celebraban antes de que ella migrara a los Estados Unidos. Estos intercambios culturales entre los dos países son uno de los pilares que ayudan a que la fealdad se mantenga al practicar las tradiciones.
Esta tradición anual es una de las celebraciones donde la familia se reúne. “Se trata de mostrar nuestra cultura y honrar a nuestros seres queridos que han fallecido”, dijo Luis Gallegos, anfitrión del evento.
La celebración del 2022 fue para recordar a los trabajadores esenciales que murieron durante la pandemia, “a pesar de que estos trabajadores eran indocumentados, trabajaron y apoyaron a esta ciudad para que siguiera funcionando”. Agregó, “muchos que repartían día tras día, muchos que limpiaban casas, muchos que trabajaban en restaurantes. Estas son personas que merecen ser respetadas”. También recordaban a los muertos en atropellos y fugas, y otros incidentes violentos mientras realizaban entregas.
Afuera de la Casa de los Pueblos, la gente terminó todas las coloridas preparaciones del altar móvil y estaban listos para la procesión. Esta fue solo la segunda vez que la comunidad organizó una procesión por el vecindario de Mott Haven, en el Sur del Bronx.
Después de una larga procesión, ya de regreso a La Casa de los Pueblos, el altar fue transferido al interior del espacio. Mientras se armaba el altar la gente compartía, tamales, mole con tortillas hechas a mano, y postres. Una vez más la noche terminaría en baile, y en nota festiva.
Aunque NewYorkTlan y el Dia de Muertos son muy importantes para inculcar tradiciones y despertarle la curiosidad dentro y fuera de las comunidades de los pueblos originarios, hay muchas más iniciativas por parte de la Red e independientes proyectos para preservar las tradiciones y cultura que está en riesgo de extinguirse.
Prudente Castañeda aparte de ser intérprete, en Nueva York encabeza un grupo llamado Voces de los Pueblos, donde mujeres indígenas aprenden tejido y bordado, que a la vez también aprenden sobre temas de género y violencia doméstica, y justicia social. Aparte otro de sus enfoques es la preservación del mixteco.
“Como la última generación de hablantes de la lengua. Nuestra obligación es enseñarles a nuestros hijos la lengua, las costumbres y transmitirles la cosmovisión”.
Ella ha estado trabajando con un grupo de personas que hablan Mixteco para asegurarse que la lengua tenga un futuro y de-estigmatizar su uso, “estamos haciendo movimiento porque en México la gente creían que entre menos [hablaran mixteco] eran más civilizados”. Ha tratado de preservar la lengua por medio de grabaciones antropológicas en colaboración con Daniel Kaufman, lingüista y cofundador de Endangered Language Alliance (ELA).
Aunque la tarea que se ha tomado se siente muy agobiante para Prudente Castañeda añadió, “lo más lógico es que se va a perder la lengua porque las nuevas generaciones que viven acá ya no hablan la lengua”. De acuerdo con ELA hay aproximadamente 500 mil hablantes de una variedad de mixteco, y que algunas de estas variedades están en peligro de extinción con menos de 2,000 hablantes.
Con mucho trabajo se ha creado un ecosistema inclusivo alrededor de las comunidades compuestas de los pueblos originarios en Nueva York. Jeslyne Denise Estévez de 21 años, acaba de regresar a vivir al Bronx después de haber crecido la mayoría de su vida en Puebla, México. Ella es ciudadana estadounidense por haber nacido en Nueva York. En su primer Dia de Muertos de regreso en la ciudad el 2020, noto que la gente se sentía más cómoda con su identidad, “escuché gente que empezaba hablar su lengua original y me quedé impresionada. ¿cómo es posible que aquí si lo hablen? Y en México hasta te avergüenza”.
Añadió, “El ser indígena lo juzgan, lo hacen de menos uno simplemente por hablar una lengua originaria y aquí no. Al contrario, has se hace como quizá una persona más inteligente. Se me hace como de mucho respeto”.
No es fácil trabajar con comunidades independientes que han reclamado su identidad y se sienten orgullosos. Pero como reflexiona Castillo, “las diferencias que tiene la gente de los pueblos indígenas es donde radica su poder”.
En todo México y otros países las presiones económicas, junto con el aumento exponencial del crimen organizado violento en las últimas dos décadas llevó a la fragmentación y el éxodo de personas de las zonas rurales.
Más recientemente, en la ciudad de Nueva York, las comunidades indígenas inmigrantes se vieron particularmente afectadas durante las partes más difíciles de la pandemia. Esta resaltó las dificultades que enfrentan las comunidades similarmente a las que habían dejado. Solo hay que mirar las estadísticas y quién estaba laborando en trabajos que se consideraban esenciales para darse cuenta del impacto que demuestra “la profundidad del racismo” que existe sistemáticamente explicó Castillo.
Entre todo esto, está en juego la pérdida del patrimonio cultural que había sobrevivido a la colonización española. La nueva afrenta provocada por las presiones modernas como la migración forzada, hizo que las comunidades indígenas que históricamente fueran cerradas, y que grupos con distintas costumbres empezaran a colaborar. “Tenemos conflictos por estas diferencias culturales al interior de la Red”. Sin embargo, Castillo añade “prefiero que tengamos ese problema, a tener el problema de borrar la identidad de la gente.